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El profesor del departamento de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid, Jesús Tresguerres, aseguró hoy en Murcia que el envejecimiento es un proceso oxidativo que "se puede controlar e, incluso, revertir", con la administración de hormonas como la del crecimiento, la testosterona, los estrógenos y la melatonina.
Tresguerres, en declaraciones a Europa Press, mostró su convencimiento de que estas sustancias son beneficiosas, algo que ya está constatado científicamente, aunque precisó que las nuevas investigaciones desarrolladas por su departamento "permiten saber por qué son beneficiosas y conocer los elementos que intervienen en los mecanismos de estrés oxidativo e inflamación".
El científico ofreció hoy una conferencia en la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia (UMU) enmarcada dentro del ciclo 'Bases biológicas y biopatológicas del envejecimiento', donde certificó que su grupo de investigación es capaz de demostrar "cómo estos tratamientos con hormonas son capaces de modular las sustancias que están jugando un papel en el proceso de envejecimiento".
El investigador, quien ha dedicado los últimos 12 años a investigar el fenómeno, habló en su intervención de cómo se produce el deterioro del organismo con el envejecimiento y de qué partes se envejecen más".
En este sentido, indicó que los experimentos científicos "han demostrado que la naturaleza nos va quitando una serie de elementos, de forma que, después de nacer, crecer, reproducirse y cuidar a nuestros hijos, los individuos sobran para la naturaleza, alrededor de los 40 años".
Por este motivo, argumentó que la naturaleza "nos quita elementos, sobretodo hormonas, como la hormona de crecimiento, la melatonina, y, en el caso de la mujer, a partir de los 50 años, desaparecen las hormonas sexuales, los estrógenos". Según explicó, este fenómeno "no es más que una muestra del envejecimiento y ya se conocía desde hace mucho tiempo por la comunidad científica".
Sin embargo, Tresguerres indicó que la contribución de su grupo de investigación "consistió en interesarnos en que, si a un animal viejo se le reestablecen los niveles de esas hormonas a los mismos niveles de cuando era un individuo joven (no infantil), nos hemos encontrado que somos capaces de revertir un montón de funciones alteradas".
Por ejemplo, dijo que esta aplicación "hace que el sistema cardiovascular funcione mucho mejor, que el sistema inmunitario mejore mucho, tanto como la piel y el hígado". El equipo de Tresguerres comprobó estos beneficios hace unos años y, en estos momentos, se encuentra estudiando "cuáles son los mecanismos moleculares que juegan en un papel en todo el proceso".
En este sentido, recordó que el proceso de envejecimiento, en su mayoría, es un proceso de oxidación, porque "respiramos oxigeno", aunque bromeó que la solución "no es dejar de respirar", y significó que una parte del oxigeno que respiramos "se transforma en radicales libres, que destruyen buena parte de lo que tocan".
Sin embargo, el investigador apuntó que "parece que empezamos a envejecer a los 40 años". Esto es así porque "a los 20 años, se producen menos radicales libres, y los sistemas de defensa son más activos, mientras que según nos vamos haciendo mayores, desaparecen una serie de hormonas, entre otras cosas, y tenemos menos mecanismos de defensa".
Tresguerres comparó la situación con la de un coche viejo y estropeado: "cuando somos mayores, los motorcitos celulares, sus mitocondrias, se empiezan a deteriorar, producen más radicales libres y tenemos, encima, menos mecanismos de defensa".
Así, el organismo "sufre una inflamación soterrada, que no se nota desde fuera, pero los elementos que la motivan se pueden medir". Al tratar esa inflamación con hormonas, "se ha conseguido reducir en la mayoría de las ocasiones", corroboró.
Esto "se está probando y utilizando, pero los medicamentos no van a estar autorizados nunca, porque hacer experimentos que duren 20 ó 30 años cuesta tal cantidad de millones al laboratorio que no es viable, ya que hay que hacer un ensayo clínico que dura mucho tiempo y los resultados no son seguros".
Por ejemplo, citó el caso de las hormonas del crecimiento, que "se usan desde hace años en retraso de crecimientos en niños". Sin embargo, se comprobó que aquellos que habían tenido falta de hormona en su infancia y reproducían la escasez en la etapa adulta "tendían a un envejecimiento prematuro, por lo que se empezó a administrar la hormona para prevenir adversidades".
Por su parte, la melatonina es una hormona "que se produce durante la oscuridad, y es una señal para dormirse, así como un antioxidante estupendo". Asimismo, citó la testosterona y los estrógenos, que tienen también efectos muy señalados, como en el tratamiento posmenopáusico en mujeres, cuyos efectos se han constatado, pese a que se puso en entredicho.
Mientras que las hormonas de crecimiento llevan en el mercado más de 30 años y los estrógenos y testosterona desde 1998, la melatonina, no está en el mercado español, pero ya está autorizada por la Agencia Española del Medicamento y por la Agencia Europea. Sin embargo, explicó que su implantación tiene un problema de discusión de precios, para que salga a la venta en las próximas semanas.
En este sentido, indicó que su posición al respecto "es absolutamente favorable, ya que llevo mucho tiempo clamando en el desierto par traerla al mercado, puesto que es antioxidante y es un magnífico inductor del sueño, al tiempo que no tiene casi efectos secundarios".
En Murcia, los doctores del departamento de Fisiología Animal de la Universidad de Murcia, Juan Antonio Madrid y Ángeles Rol de Lama, trabajan desde hace mucho tiempo en este ámbito a quienes alabó por su "extraordinario nivel", y con los que colabora "habitualmente".